lunes, 14 de junio de 2010

La señora de la limpieza

Desde muy pequeños tenemos contacto con ellas, bien en casa, bien en el colegio, bien en el lugar de trabajo. En casa y en el cole mandaban mucho y te gritaban bastante, si no obedecías.
Antes nos referíamos a ellas como "señoras de la limpieza", eran simpáticas, algo regordetas, normalmente de algun pueblo, hablaban de sus hijos y su marido, y ante todo eran "SEÑORAS".
Pero ahora hemos pasado a llamarlas "chicas de la limpeza", no porque haya habido un pacto social en España, sino porque su figura se ha transformado: son más jóvenes, son más bajitas, no tienen hijos en España, parece que hablan tu idioma, y sobre todo han aterrizado en nuestro país y en nuestro ámbito privado procedentes de algún país allende los mares.
Nuestras "señoras" no tenían orgullo en lo relativo a tus preferencias, las respetaban, nunca pretendieron educarte, querían trabajar para ganarse su sueldo y de paso hacerte algo más cómoda tu estancia.
Sin embargo, las "chicas" resulta que tienen orgullo profesional y por ello si les dices que algo no te convence o no te gusta o no te agrada en lo relativo a su trabajo, se enfadan, si no les sonríes o les hablas, se enfadan. Y ahí no acaba todo, te exigen unas condiciones laborales que me hubiera gustado tener a mi cuando empecé a trabajar.
Uno de los aspectos diferenciales entre "chica" y "señora" es el concepto que tienen de "orden". Nuestras señoras nos repetaban; las chicas piensan que su "orden" es el adecuado. Dedicas unos minutos del día laboral, los más felices por otra parte, a ordenar tus papeles en la mesa, para intentar transmitir a tus jefes y compañeros que eres una persona organizada, pero claro, tarea baladí, pues las que saben cómo tienen que colocarse los papeles en tu mesa son las chicas. Cuando me voy a casa me gusta dejar la calculadora encima del cuaderno, el ordenador abierto, los bolis a la derecha y los papeles en diferentes montones según temática e importancia (subjetivo). Pero las chicas, seres de amplia cultura y formación y criterio en al ámbito de la oficina creen que lo has hecho mal: el ordenador tendría que estar cerrado, los bolis a la izquierda (aquí se les ve el plumero), y los papeles, ay los papeles, todos amontonados, tanto esfuerzo para nada.
Si necesitan mover las cosas de la mesa para limpiarla, me pregunto dos cosas:
¿Qué les impide dejar todo como estaba?
¿Por qué la mesa sigue estando llena de mierda?
Y todo acaba un día, ese día que armado de valor decides dirigirles la palabra para pedirle si por favor podrían dejar las cosas tal y como las encontró antes de acercarse a tu mesa con intención de hacer que limpia.
Estas son las respuestas que me he encontrado:
1. Indiferencia, como si hablásemos diferentes idiomas.
2. No vuelve más (encima orgullosas).
3. Te responden con un Sí señor (te recuerda a tu época militar). En esta caso piensa que te han entendido, pero es equivalente a la respuesta 1.
En cualquier caso, tuviste el valor de dirigirles la palabra, y no has conseguido que te hagan caso. Con las chicas todo segUirá igual, por favor que vuelvan nuestras "SEÑORAS".

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