martes, 5 de enero de 2010

Bitácora: Destino Murcia.

Entre todos estos días fríos y lluviosos, pude encontrar un oasis metereológico. Desde muy temprano revisé el mapa significativo, y si jugábamos bien con las horas, podíamos ir hacia el este de la península y volver a Madrid antes de que llegara un nuevo frente de lluvias procedente del Atlántico. Con estas limitaciones decidimos ir a San Javier en Murcia. El día elegido el 27 de diciembre de 2010. El proceso de puesta en marcha del avión fue algo más largo de lo habitual pues le dedicamos un buen rato a quitar hielo de las alas y calentar el motor. Estos días fríos, con engelamiento a bajas altitudes, es crítico no meterse en nubes, sobre todo teniendo en cuenta que no llevamos sistema anti ice.
Despegamos a las 10:00 y tras librar punto whyski viramos hacia el este, con precaución para no sobrevolar la zona prohíbida de Getafe. En poco tiempo llegamos a la confluencia del Jarama con el Tajo y divisamos desde una altitud de 3000 pies Aranjuez, destacando desde el aire su palacio y sus jardines. Ascendimos a 4000 pies y dejamos a nuestra derecha Ocaña, donde no había actividad alguna de veleros ni paracaidismo.
Tras abandonar el área controlada de Madrid ascendimos a 5500 pero tuvimos que volver a bajar a 3500 para no perder contacto visual con el terreno, volamos con claros de tierra a la vista y entre dos capas de nubes.
Dejadas atrás las nubes nos dirigimos a Albacete y Chinchilla manteniendo la misma altitud y disfrutando de las vistas. En seguida nos encontramos con la sierra de la Pila, ascendimos para librarla y el paisaje cambió a la huerta propia de Murcia, miles de minifundios, bastante verde por las lluvias y con las balsas para riego totalmente llenas. Dejando Murcia capital a la derecha y Alicante a la izquierda fuimos descendiendo hacia las salinas de Torrevieja desde donde iniciaríamos la aproximación final al aeropuerto desde el mar. El aeropuerto está junto al Mar Menor y se puede decir que es uno de los finales más bonitos que tiene España.

Sin mucho tiempo, repostamos, nos comimos un bocadillo, abrimos plan de vuelo, consultamos el tiempo de nuevo y despegamos. La vuelta a Madrid fue tranquila y siempre tuvimos la referencia del frente que estaba ya sobre Guadarrama. Aterrizamos en Cuatro Vientos sin novedad.

4 comentarios:

Carlos Cueto dijo...

¿Cuánto te ampliaría la póliza por volar con evidente riesgo meteorológico si fuera tu agente de seguros? Veo que tu "mono" en invierno es considerable, asi que te hago una sugerencia: ¿Por qué no aprovechas algún día de tus vacaciones anuales para viajar en vuelo regular y unirlo a un fin de semana completo y te vas a volar desde y por latitudes mas favorables como por ejemplo Canarias? Crweo que no es tan caro buscar un viaje regular en esta época y allí seguro que alquilan aviones para sobrevolar los carnavales de Tenerife, Las Palmas, la Gomera? Tuco, no arriegues tanto con el "ice" en los alerones que no es ninguna broma para una avioneta...

Tuco dijo...

Un buen aterrizaje es el aquel del que sales andando y un aterrizaje perfecto el que el avión puede volver a volar. No asumo riesgos, tomo decisiones, :-). Darse la vuelta es una opción, pero no puedes hacer una muesca en el rifle.

Carlos Cueto dijo...

Veo por tu jerga que ya eres todo un clásico Barón Rojo... En el fondo, todo un romántico, aunque de vez en cuando hable de rifles y muescas jejeje...

Tuco dijo...

Durante la segunda guerra mundial si derribabas 5 aviones eras considerado un as (invención de los periodistas ingleses para hacer interesante la Batalla de Inglaterra). Hoy no puedo derribar ningún Me 109, ni Me 110, ni ningún Henkel 111, o Junkers o Stukas, así que mis pocos triunfos se limitan a poner un pie en los aeropuertos.